True friends

Be there for you. La típica frase cliché para reflejar confianza, que no te van a fallar, que puedes contar con la ayuda cuando la necesitarás.

Supongo que podemos considerarlo un elemento clave de la amistad, a pesar que yo no creo entender por completo ese concepto.

Me pregunto entonces cuánto se puede esperar de las relaciones virtuales anónimas.

Es notable el enganche que en ocasiones se puede producir a través de los blogs. De pronto se pueden hayar posts que adquieren una importancia tremenda para quien lo lee, al cual se pueden hacer sentidos comentarios. Se puede llegar a obtener el MSN y chatear por horas. Se puede llegar a tratar temas en extremo sensibles, dejando de lado inhibiciones y tabúes, bajando las defensas... Y sin embargo, a fin de cuentas no sabemos con quién estamos chateando, quién es la persona tras ese venerado blog o ese enigmático nick.

No tenemos nombre y apellido, no tenemos celular, no tenemos prácticamente nada que permita identificar a la persona o bien contactarla fuera de línea.

Es como cuando antes los novios se comprometían, luego sólo se pololeaba, después se andaba, después amigos con ventaja, y ya no sé en qué va esto a la fecha. Pues de la misma forma ha ocurrido con la amistad. El grado de compromiso se ha hecho cada vez más light. ¿Con quién podemos contar realmente? ¿Hasta qué grado? ¿Cómo es que llegamos a desarrollar un vínculo afectivo sin contar con datos básicos de identidad?

Sin embargo, cuando conocemos a alguien en persona, sabemos su dirección, su teléfono, ¿es acaso más sólida la relación que se construye...?


Nota: debo precisar que algunos de mis “terapeutas” me han ofrecido generosamente reunirnos a un conversar un café, y he sido yo quien me he negado. Pero, descontando estas excepciones, la reflexión en general es válida.