Totalmente indecente, pero necesario

Lo que me complica en cuanto a las opciones respecto de como llevar la homosexualidad (afirmarla o revertirla), es que ambas implican asumirlo públicamente, o al menos con las personas más cercanas.

Ya dije que había concluido que, para mí, la homosexualidad es una desviación, y aunque indiqué los motivos que, a mi juicio, producen el rechazo de los héteros, la discriminación y la burla; de todas formas me complica un montón hacer pública esta situación.

No quiero equivocarme ni inducir a error, que es común al hacer comparaciones. Tengo presente que se pueden hacer extrapolaciones inapropiadas y formular argumentos que realmente no tienen sustento; pero necesito hacer algunas.

Podría pensar en la homosexualidad como en la dislexia o el daltonismo. Ambos producen conductas distintas a lo normal, pero en general no producen la burla que produce la homosexualidad.

También pienso en la cleptomanía y la mitomanía. Éstas sí generan rechazo, o al menos generan conflicto.

Sin embargo, en todos los casos que he citado hasta ahora, la persona que lo sufre no siente vergüenza. Sí puede que sienta que es injusto para ella sufrir esta situación, pero no siente vergüenza.

Es la vergüenza lo que más complica. Pero, ¿es válido sentir vergüenza por la homosexualidad? Ya dije que no es una opción voluntaria que la persona haya hecho, y no quiero entrar a revisar las causas en este momento.

Inicialmente podemos pensar en la vergüenza que puede causar el ser simplemente “distinto” a la mayoría, en cualquier sentido, pero voy a aterrizar a un punto super concreto, o más bien debiera decir carnal... el sexo anal.

Creo que la primera impresión que tuve cuando oí al respecto fue ciertamente de rechazo, de repulsión, de asco, y de incredulidad cómo podía concebirse semejante práctica. Pero es curioso como las zonas erógenas del cuerpo nos pueden hacer cambiar de opinión respecto de las prácticas corporales.

OK, siguiendo entonces con esta elegante y abstracta exposición, he considerado otras acciones que nos producen placer. Ciertamente el comer, pero también el orinar y el obrar (ok, no le quiero bajar demasiado el pelo al texto.... waya!).

Pero bueno, recuerdo que inicialmente fantaseaba con penetrar otros hombres, pero no pensaba en que me penetraran a mí. Sin embargo, con el tiempo es curioso como se fue desarrollando el deseo por ser penetrado, y el mayor placer que se logra “ayudándose uno mismo” en esta tarea (insisto, ¡qué elegancia de blog, pero bueno, ya dije que es una terapia, así que sigo adelante sin tapujos!).

Por supuesto, está el obvio inconveniente de que este “ducto” tiene una función principal distinta a la que nos estamos refiriendo, y precisamente por ese motivo es que típicamente no se encontrará en las condiciones higiénicas óptimas que se pudieran desear. Pero entonces, no es ningún misterio, para los homos ¡la líbido puede contra todo!

Para los hétero, sí estoy de acuerdo lo repulsivo que es este “factor”, que llamaría el “factor mierda” (me estoy imaginando cómo sería el abstract de este paper...). Sin embargo, considerando los distintos grados definidos por Kinsey, no resultaría extraño que algún hétero no puro pudiera descubrir un placer no imaginado en una práctica que inicialmente quizá le haya resultado grotesca... (jejeje).


Me queda por entender la raíz de por qué se considera (por los héteros) una humillación ser penetrado. O sea, tan simple como el delicado epíteto “¡hueón culiao!”.

Pudiera considerarlo humillante en la medida que se hace contra la voluntad del otro, en este caso se lo está subyutgando; pero en el caso que se cuenta con el consentimiento, no veo qué lo podría hacer humillante.

Pero bueno, esta racionalización me puede servir para explicarme las cosas a mí mismo, pero veo difícil cambiar la opinión de la masa respecto de un tema tan “profundamente arraigado” como la asociación entre máxima humillación y la penetración anal.


Otros factores de la vergüenza son el prejuicio respecto de la promiscuidad, pero el peor de todos es el prejuicio de la pederastia.

La pederastia me parece un tema extremadamente sensible. ¡Uf! Podría escribir varios posts, pero por el momento sólo lo menciono.