El indeseable

Es curioso, pero creo que “racionalmente” me siento bastante satisfecho con los análisis que he hecho respecto a la condición homosexual. Digamos, que, en esencia, para mí, es un desajuste, pero no perverso, y que la sociedad tenderá a tolerarlo de la misma forma que se toleran inconsistencias en otros ámbitos de las personas. Finalmente, nadie es perfecto.

Sin embargo, a pesar de esa conclusión a que he llegado, que de algún modo quita el estigma sobre la homosexualidad en general, teóricamente; no logro quitarme yo mismo el peso del estigma, de tamaño inconmensurable, que siento sobre mí.

Es curioso. Yo, que suelo ser tan racional e intento analizar todo racionalmente, finalmente las conclusiones a que llego, por algún motivo, no me hacen sentir menos culpable, menos indeseable.

Creo que muchas veces no nos damos cuenta de cuánto realmente nos afectan algunas cosas. Hay un episodio en mi familia del que, en mi presencia, no se habló más de 2 ó 3 veces. Creo que precisamente el que sólo se haya mencionado en tan pocas ocasiones también influye.

Se trata de un pariente que habría sido homosexual. Un tío abuelo. Realmente no recuerdo cómo es que se llegó a comentar del tema, pero claramente no era un tema grato. No. Claramente era un tema del que avergonzarse y ojalá mantener lo más fuera de agenda posible.

No se mencionó a qué se dedicaba ni dónde vivía. No era relevante. Prácticamente no importaba siquiera saber si aún estaba vivo. Su condición homosexual era suficiente para decretar el exilio absoluto de la familia.

Al parecer habría abusado de un sobrino; no se precisó en qué grado.

El tema se comentaba en tono tabú, a baja voz, indicando claramente lo incómodo, desagradable y doloroso del tema. Implícitamente se daba a entender que era un tema sobre el cual no se debía hacer más consultas, sino remitirse únicamente a los escasos datos entregados.


Mi familia diría que es muy cariñosa, y yo era un niño muy regalón de mi familia, de mis padres, tíos, tías y abuelos.

También es una familia de la que se tenía, y se tiene, muy buenas referencias, no por la situación económica, sino por ser, digamos, personas de bien. Personas de quienes se tenía una muy buena imagen. Personas generosas, agradables, simpáticas, honradas. Y yo comparto esa opinión.

No es que sea una familia super conocida, pero entre las otras familias con que había vínculos de amistad, típicamente había muy buena disposición hacia uno por pertenecer a esta familia.

Y el tema del tío abuelo homo claramente no estaba entre los valores de los que se pudiera sentir orgullosa mi familia. No. Era la mancha, que había que ocultar, que tapar, que había que rogar para que se diluyera en el tiempo y ojalá nunca más se volviera a tener una experiencia semejante en la familia.

No diría que mi familia es intachable. No. Seguramente tiene muchos defectos, como todo el mundo. Pero el tema de este tío abuelo homo claramente se escapaba de la escala de puntos negativos “aceptables”. Era simplemente imperdonable. Yo diría que alcanzaba a ver en algunos miembros de mi familia, como su mirada se transformaba de bondad en ira, ante alguna referencia a este tema, o las 2 ó 3 veces que se tocó directamente.


De niño yo casi siempre contaba con el reconocimiento y apoyo de mi familia en casi todas las cosas que hacía, y estaba acostumbrado a que así era siempre. Digamos que era en general un niño tranquilo, estudioso, que le gustaba mucho la música, malo para los deportes, y por eso muchas veces pasaba más tiempo dentro de la casa, más cerca de los adultos, y me llevaba bien con ellos, aunque también me llevaba bien con mis primos y primas.


Luego claramente el tomar consciencia de sentir yo atracción sexual hacia otros hombres, fue un impacto inmenso, que, en mi mente, prácticamente anuló el reconocimiento y apoyo que yo siempre había recibido de mi familia. Y, a pesar de que nunca se lo conté a nadie, yo di por hecho, en mi mente, que toda, absolutamente toda mi familia, sin excepción (y es bastante numerosa) me exiliaba y consideraba un indeseable. Y si por extraña casualidad hubiera alguna persona de mi familia que no me rechazara, pues sobre esa persona caería también el rechazo de todos los demás.


Sí, creo que este elemento es uno de los factores importantes por los cuales persiste tan fuertemente en mí el temor, el pánico y el rechazo.