Disyuntiva blogxistencial

Hay algo que me complica. Esto de comenzar el blog fue bajo el supuesto del anonimato, pero desde que comencé a tener cara a cara con mis terapeutas, a pesar que no he dado más que mi nombre de pila, me preocupa.

Me comienzo a preguntar quién soy en definitiva. ¿Soy el tipo que nació junto con el blog? ¿Soy el que era antes? ¿Cómo me siento más cómodo?

Ya hubo una vez en que me reinventé, cuando entré a la U. Del colegio salí como un tipo super retraído, huraño. Al entrar a la U comencé igual, pero como no había un conocimiento previo por parte de mis compañeros sobre mí, de alguna forma se dieron las circunstancias para reinventarme como un tipo sociable; sólo que eso duró hasta poco antes del quiebre… (esto ya lo comenté en los primeros posts).

Cuando comencé a trabajar fui huraño nuevamente, y sólo después de algunos años, y habiédome cambiado de trabajo, me reinventé en cierta medida y fui un tipo más sociable, en parte porque las circunstancias lo ameritaban, pero debo reconocer también que me sentí algo más relajado siendo más sociable.

El problema es que esta última reinvención no es cualquier cosa. No, definitivamente no. O sea, lo que he escrito en este blog es precisamente aquello que por ningún motivo estaría dispuesto a que alguien supiera, o sea alguien de los círculos con que interactuaba, principalmente familia y contactos de antiguos trabajos.

Entonces se está creando una burbuja, a world within a world, una paradoja, si quieren.

Si he de ser fiel a mí mismo, antes debo saber quién soy, y no estoy tan seguro.

Quizá el rasgo que más se ha mantenido en el tiempo es el de “freno de mano de portaaviones”. O sea, cuando me siento amenazado, corto toda relación y si es necesario puedo ser explosivo y dañino.

Ciertamente que no es ningún orgullo, y me aflige mucho pensar que pudiera reaccionar de esta forma con uno o más de mis terapeutas…

Es como El Club de los Cinco. Will you call my name or will you walk on by?

¿Seré capaz de contener mis canalladas?

En todo caso, si llego a cometer alguna, sepan de antemano que ciertamente ustedes no se la merecen, y que he sido yo el idiota descontrolado, el responsable y culpable. El Hulk que llevo dentro, aunque no es excusa, ciertamente.


Porque reconozco que la interacción con mis terapeutas via comments, chat y en persona, ha sido una experiencia tremendamente positiva para mí. Sin embargo, ha sido un tanto surrealista, como espacios virtuales en cierto sentido desconectados de la realidad, o por lo menos desconectados de lo que ha sido mi historia personal fuera de y anterior a la blogsfera. Y no creo que puedan permanecer en esas condiciones mucho tiempo. Siento que en algún minuto esos espacios virtuales se podrían topar con los espacios de mi historia previa, y eso me aterra. No creo que pudieran fusionarse armoniosamente, más bien creo que sería una fricción y ansiedad para mí.

Y es entonces que quedo en el aire. Reconozco que el apoyo que he recibido de mis terapeutas ha sido inmenso. Sin embargo, (y sé que los estoy insultando con esto, pero voy a ser franco) me pregunto hasta qué punto puedo contar con ustedes.

Mi familia siempre me proveyó el cobijo y protección. Éste nunca ha mermado. El único riesgo que he visualizado en este sentido es en el escenario de revelarles mi situación. Pero manteniéndola oculta realmente tengo mucha confianza en el apoyo incondicional de mi familia.

Y no puedo pedirles nada a ustedes. O sea, la ayuda que ya me han dado es más de lo que hubiera podido imaginar, y creo que más de la que me merezco; porque dudo de que seré realmente capaz de al menos aprovechar el apoyo que me han brindado; responderles, en cierto sentido.

¿Quién queda entonces? ¿Sólo yo? Pues sí, creo que sólo yo… ¿Y eso es suficiente? Pues no, no lo siento así. Como he dicho anteriormente, toda la seguridad en mí mismo que siempre tuve cuando niño, y también de adulto, en el fondo es por el cariño y apoyo de mi familia, no se sustenta por sí sola.

Y ustedes, como todo el mundo, también tienen sus vidas, sus problemas, sus metas, etc.. Y yo no me siento seguro de poder responderles al mismo nivel del apoyo que tendría que tener de ustedes. O sea, es como si les estuviera mendigando con el cuento de meses sin trabajo, chorrocientos hijos sin comida, etc; y al final la moneda o el billete que me dan me lo gasto en la botillería… No, pues, eso es impresentable. Lo sé y quiero hacérselos presente a ustedes. Es lo menos que puedo hacer.