Voy a seguir con mis trancas, pero el itinerario no se va a concentrar únicamente en el tema sexual. Voy a ir viendo otros temas. Pensé que quizá debía iniciar otro blog, pero no, está bien así. Muchas veces las cosas toman un sentido distinto del que habíamos querido darles, así que este blog puede tomar cualquier dirección y perder por completo la relación con las ideas que lo iniciaron.
Para variar voy a hablar de mí, pero quizá no en primera persona, sino viéndome en el espejo.
Reconozco que mis habilidades intelectuales, que me permitieron tener un desempeño destacado en el colegio, tuvieron un efecto importante en mi ego. En algún momento mi madre consideró la posibilidad de cambiarme a un colegio de mayor exigencia, porque tenía muy buenas notas sin mayor esfuerzo. Estoy hablando de la básica. El punto es que al final no lo hizo.
Así se fue transformando en algo normal que no tuviera mayor dificultad, y por lo tanto no tuviera que hacer mayor esfuerzo, para lograr buenas calificaciones. Esto me hizo sentir “superior” a los demás, por lo menos superior al promedio, porque tampoco era el primero de la clase, pero sí tenía buenas notas.
Me entretenían las clases, era muy aplicado y me complacía serlo. Buena letra, participativo en clases, respondía y hacía preguntas. Me disgustaba cuando mis compañeros hacían desorden, varias veces hacía callar cuando impedían el desarrollo de la clase e incluso me irritaba por esto.
Así mi ego fue subiendo, no diría que a la cúspide, pero sí quizá la desviación estándar. Eso de sentirse cómodamente superior al promedio y sin mayor esfuerzo.
Mi madre estimaba que no era sano pasarse el día estudiando ni mucho menos, ni ser el primero del curso; de modo que se contentó con el buen rendimiento que ya tenía. Viéndolo ahora, en principio no me parece malo, pero definitivamente creo que me habría venido mejor una mayor exigencia.
En los deportes daba bote, pero no minaba mayormente mi autoestima. Finalmente era sólo uno de tantos otros ramos en los que sí me iba muy bien, por lo que prácticamente se transformaba en un estorbo. Digamos que despreciaba hacer deporte y menospreciaba la intención de los profesores de deportes. Los veía como mediocres, como con un objetivo inútil.
Siempre vi a los futbolistas chilenos como unos muertos de hambre, la mayoría sin estudios, ignorantes, incultos; y no enganchaba mayormente con el fútbol u otros deportes en otros países, así que nunca llegué a admirar a los deportistas. Me tenían sin cuidado.
No me cambié de colegio muchas veces, sólo una, y a comienzos de la básica, así que no tuve que afrontar cambios en este aspecto, con los desafíos que ello conlleva.
El tema es que no tuve mayores desafíos, y descansé en mis laureles prácticamente sin mayores contratiempos, por demasiado tiempo.
En la U ciertamente que la situación cambió. El nivel de exigencia sumado a mi nula disciplina de estudio, más mi rollo sexual, llevaron todo a pique. Pero descontando el tema sexual, hay otros elementos que quiero revisar.
Claramente, el promedio del nivel intelectual de las personas que entraron a la carrera, ingeniería civil, era muy superior al promedio de mis compañeros de colegio, con todo el respeto que me merecen y las habilidades y talentos que puedan tener en otros ámbitos. Eso ya me fue desinflando el globo, me hizo sentir menos especial, y el sentirme especial era en lo que yo me refugiaba en la adversidad, era lo que me reconfortaba.
Con los compañeros que se fue formando un grupo tuve experiencias muy enriquecedoras. Eran personas que considero valiosísimas. A algunos quizá les costaba más que a mí el estudio, pero había muchos a los que les costaba menos y les iba mucho mejor que a mí. Ahora, quizá yo me hubiera conformado si hubiera tenido 4s y 5s, pero estaba lejos de eso, más bien cargado a los 2s y los 3s, aspirando al 4 y con gran dificultad, y peor aún con la nula disciplina de estudio y haberme acostumbrado a que todo salía excelente sin mayor esfuerzo.
Cuando dejé la carrera y comencé a trabajar, digamos que volví un poco a sentirme sobre el promedio. Algo de esto hablé en el post Mundo Perfecto.
No digo que no me haya tocado conocer gente más inteligente que yo, tampoco se crean que mi ego es un Zepelin ni mucho menos; pero digamos que me fui asentando en posiciones en las que me lograba sentir cómodo, me destacaba sin mayor esfuerzo, y de ese modo también se pudo recomponer mi auto estima.
Ahora, como yo no completé mi carrera, digamos que sentía que era razonable que hubiera gente con mejor desempeño que yo, y por eso no me sentía menoscabado; y al mismo tiempo, yo lograba un desempeño destacado si me comparaba con otras personas sin título. El punto es que esa posición la seguí manteniendo. O sea no me atreví a tomar riesgos que pudieran poner en riesgo mi sitial destacado, y menos aún riesgos que pudieran significar un fracaso estrepitoso.
Igual tuve un buen pasar, en el sentido que fui ganando experiencia y me atreví a cambiar de trabajo, saliendo del que había obtenido con pituto, y después volví a cambiarme de trabajo y mejoré bastante mis ingresos. Pero realmente creo que no hubo mayor mérito en eso, porque el truco fue muy simple: empezar de muy abajo, o sea con trabajos que difícilmente me podían significar un desafío. ¡Así quien no sube! Y cuando hubo oportunidades de optar a cargos de mayor responsabilidad y complejidad, la primera vez desistí, y la segunda vez tuve una magra actuación. Pero como tenía el tema sexual para echarle la culpa, no me sentía fracasado por insuficiente capacidad para la tarea, sino que me contenté con atribuir el fracaso a la tensión y angustia que me significaba mi rollo sexual
No es que el tema sexual no me haya generado angustia, definitivamente no. Y tampoco es que esa tensión no me haya efectivamente afectado mi desempeño intelectual y laboral, pero digamos que le eché toda la culpa, cuando creo que a fin de cuentas no la tenía toda.
Bueno, esa sensación de no ser especial que tuve en la U, tuvo una segunda tanda en la blogsfera, porque, a pesar que el blog lo inicié en un estado de angustia altísimo, también tenía en cierta medida el deseo de hacer un blog especial, un blog distinto al que se podía encontrar en cualquier parte, distinto a los que había leído. Quizá no mejor, pero sí distinto, especial.
Quería ir planteando mis reflexiones sobre la homosexualidad de una forma que fuera contundente, sólida, original. Quizá muchos de los temas que he tocado, si no todos, ya han sido tratados por estudiosos en el tema, pero de todas formas quería yo hacer mis propios planteamientos, y en alguna medida deseaba secretamente desmoronar las teorías de los especialistas, ser un nuevo paradigma. Aparecer desde la nada y reformular la escena, como el corredor que va 2do o 3ro toda la carrera, y en la recta final arremete y llega primero, lo que comenté en el post “Una buena estrategia, distorsionada hasta el absurdo”.
Barro en un comment me recomendó libros sobre el tema. En parte no los quise leer porque sería demasiado obvio andar leyendo esos libros. Digamos que no cuadraba con mi montaje de hétero. Pero había otra razón además, digamos que no me resultaba grato tener que someter mis planteamientos amateur, ante estudiosos del tema, y verlos desmoronados por el piso. Perder mi aura de originalidad, sentirme no especial.
A medida que fui dejando comments en otros blogs y fui recibiendo en el mío, de distintas personas, algunos a los que yo había comentado, y otros que ni sé cómo llegaron a mi blog; fui notando algunos exponentes con una claridad de mente que me sorprendió, y más me sorprendió cuando se trataba de personas de menos edad que yo, que tampoco tenían un título (todavía), y que más aún tenían experiencias de vida muchísimo más adversas de las que yo he tenido. De hecho yo he tenido condiciones muy favorables en la mayoría de los ámbitos. Y entonces, claro, me maravillé y adopté una actitud de alabanza hacia esos personajes. Pero eso a la vez implicó reconocer que mi vida, que yo consideraba tan sufrida, casi un mártir; y mi búsqueda por resolver esta situación, que yo consideraba tan notable, casi heroica; pues pasaban a ser pelos de la cola comparado con el mérito que estos personajes han mostrado sacando adelante sus vidas con logros realmente notables, y haciendo frente a dificultades comparadas con las cuales las mías son insignificantes.
Y así es que me vi no sólo no especial, sino que de un nivel de mediocridad que ni siquiera había sospechado que podía ostentar.
Esto no lo vi recién ahora, lo vi ya hace algunos posts, pero de todas formas quise publicar esos posts lloricones y mediocres. De alguna forma quise exponer las bajezas de mi persona en toda su magnitud (o por lo menos en un grado no despreciable). No sé, a veces pienso que si uno postea sólo cuando está inspirado por causas nobles y clarividencia, la gente se puede hacer una idea demasiado optimista de uno. Mi intención fue también dejar en claro cuan mediocre puedo ser. Esto podrá colmar la paciencia de mis terapeutas, y a mí mismo hastiarme y avergonzarme; pero lo quise hacer.
... and all of us fit in our places.